domingo, 9 de febrero de 2020

Presentación - It's my party, and i'll cry if i want to.


Si has llegado a este basurero de ideas mermadas, autocensuradas y descartadas es porque o bien me conoces o bien has tenido realmente mala suerte. Con lo infinito que es Internet y has ido a parar a un blog que recoge esos pensamientos coetáneos y contemporáneos compartidos por la gran mayoría en la barra de un bar pero normalmente silenciados en la papelera de la automarginación de la seriedad, el conformismo y la minusvalía del no molestar a los demás.

No pretende ser cátedra, para eso están los doctores honoris causa de departamento con carné sindical, los muy nuevos gurús del crecepelo con cuenta de Twitter o los neo-evangelizadores de TED. No es nada de esto, este blog solo funciona como esquema de ordenación mental positiva que me ayude a comprender el día a día de la política, con minúsculas de subíndice, que no deja de ser el culebrón diario de los que en ocasiones pensamos.

Últimamente concibo la política como eso, como un culebrón, un sainete de mal gusto, que televisan a la hora de comer y que rápidamente, si es que alguna vez interesó a ese concepto marxista de la masa, es olvidado bajo la morfina de la levedad de los gritos de cómicos tertulianos o tertulianos cómicos destripando el último reallity, la novela interminable de un puente en ruina o la que toque, eso sí, últimamente sin acento venezolano, o la serie de Netflix o HBO a la que obligatoriamente hay que engancharse. Sin embargo, mientras estos actores no hacen daño a nadie, los otros, los que representan el culebrón llamado España, Andalucía o Jaén van hiriendo nuestras vidas día a día.

Naturalmente este blog no es neutral, no trata de no ofender, para eso están los comentarios de Facebook, tampoco trata de ofender, para eso está Twitter, ni pretende dibujar una realidad supercuqui porque para eso está Instagram. Es mi zona de confort, es mi yo intrínseco que pretende estar en línea con mi otro yo físico, por lo que no esperes que mis letras se adapten a las tuyas, el único límite es el código penal y menos el civil.
Bienvenido a la espiral incongruente de un ser con altas capacidades, no diagnosticadas, altamente pedante y con la convicción existencial que da tener un título universitario comprado a precio de saldo en la cafetería de una facultad decadente de una universidad trasnochada, que da patente de corso para tener un alto sentido crítico de cualquier tema relacionado con aquellos que indígnamente nos representan en el juego de la democracia.

¿Y por qué ahora? Algunos pensarán que es porque la política está muy mal, que el panorama es chungo, que si es que la ultraderecha ha llegado a los parlamentos y las instituciones, que si es que la ultraizquierda ha llegado a los parlamentos y las instituciones, que si unos que se quieren ir de España, que si el gobierno nos arruina, que si la oposición se desvanece... Pues no, sencillamente porque me apetecía tener un lugar donde desahogarme sobre las pamplinas y paparruchas que se escuchan diariamente y que por constricción autoimpuesta entiendo que es mejor no exabruptar en público o en persona para no herir sentimientos.

La agenda de lo políticamente correcto ha establecido ciertos temas sobre los que es mejor no opinar libremente en público para evitar la etiqueta de carca, intolerante o la tan manoseada de facha, prefiero opinar aquí, para mí, sin tener que dar muchas explicaciones o bien todas, lo que me de la real gana al más puro estilo desatado de Juan Carlos Girauta tras perder la mordaza del vasallaje del escarnio público. 
Prefiero ser impolíticamente correcto pensando y diciendo aquello que me plazca, tanto a diestro como siniestro, sin observar cómo el de enfrente cambia de color y comienza a colapsar soltando espumarajos por la boca. 

Se trata de un rincón de Liberdad verborreica fundamentada en mis creencias más distorsionadas acerca del liberalismo, el conservadurismo, el socialismo y otros ísmos para acabar rompiendo definitivamente esa dicotomía en la que se empeñan desde distintos ámbitos sociales clasificar y calificar moralmente a todos. 
Va de hablar del sentido común, de lo que algunos han etiquetado bajo el pomposo nombre de Tercera vía, aún más molesto que ser de derechas o de izquierdas para ciertos sectores por la complejidad que siempre tiene explicar argumentos frente a la simplicidad del Yin y el Yan o lo blanco y negro.

Se bienvenido y recuerda que: It's my party, and i'll cry if i want to.